Cuando transitamos por las calles podemos encontrar casi cualquier cosa, sin embargo, hay momentos en que todo puede convertirse en un episodio totalmente desagradable, espeluznante, agobiador y preocupante.
Todo esto ocurre cuando al salir de casa o de regreso a ella, te das cuenta, que algo inusual está justamente frente a tu hogar. Tardas en reaccionar y reflexionas, porque no entiendes qué es lo que está pasando, sientes un vacío en el estómago, buscas una explicación lógica y hasta tratas de justificarlo, pero sabes que de nada sirve la negación. Lo que tienes frente a tus ojos te obliga a cuestionarte, ¿en qué has fallado? ¿si cometiste alguna injusticia, tal vez sin darte cuenta? o ¿si es posible que tengas algún enemigo sin que tu lo sepas?.
En este punto ya estás reaccionando como se espera de ti, de modo que “el Brujo” consiguió lo que quería, impresionarte a tal grado que buscarás la manera de librarte de este y cualquier otro maleficio. Es en este momento cuando la razón y el miedo chocan ante cualquier trabajo en tu contra, pero la afectación depende de ti.
Ante este cuadro te has puesto a pensar, ¿hasta dónde eres capaz de abrir tus sentidos para que la brujería cause un efecto en ti? y ¿hasta dónde la sugestión penetrará en tu mente?, podemos decir que la sugestión es más poderosa que el pensamiento, las acciones y otros factores que pueden afectar la realidad ya que pensar que algo va a ocurrir es indispensable para que esto suceda. Hablamos de algo que podemos considerar como la profecía auto-cumplida en donde los teóricos aseguran que tememos a que algo suceda, y hacemos todo por evitarlo, pero al contrario inconscientemente propiciamos que lo que no queremos finalmente suceda.