El Cuentista

Por César Barrera Martínez                                                                                     Estaba solo en la habitación, sentado en una esquina, lleno de preocupación, pues de la nada simplemente un día se despertó sin ninguna inspiración, sentía el alma vacía, el corazón aletargado, todo aquello que antes le ilusionaba escribir, inventar, sentir, se volvió indiferente. Pensaba en que tenía muchos compromisos aún, cientos de cuentos por entregar y nada que le diera una razón para escribir, después de intentarlo muchas veces, con el piso lleno de hojas llenas con letras pero con ningún sentido. Sumido en su gran pena, escuchó una voz, que suavemente le dijo: No te preocupes aquí estoy.

Volteaba alrededor, buscando la fuente, pero sin poder ver nada, creyó que se estaba volviendo loco, pero como aun cargaba una gran depresión encima, volvió a agachar la cabeza, sintió entonces un escalofrió en la espina cuando una mano le tocó la nuca. Se puso en pie en un segundo, esperando se revelara ante él la causa de tal espanto. Pero de nuevo ¡Nada!. Sintió que su pena se hizo más grande hasta derramar lágrimas, y entonces se dejó caer en la cama, en un momento el cuerpo le pesaba tanto que no podía si quiera voltear, mirando fijamente hacia el techo un ligero humo negro, empezaba a formar una figura encima de él, justo frente a sus ojos, se creó una túnica negra de entre la cual apenas alcanzaba a apreciarse un rostro cadavérico, abrazando su cuerpo con firmeza la aparición le dijo:

– Soy la muerte y estoy contigo -.

El cuentista rompió en llanto profundo, podrían pensar algunos que le había llegado la hora, pero él por el contrario sentía paz, y una nueva alegría, que transformó su llanto en risa y entonces de nuevo la muerte le dijo: Tu inspiración a mi servicio, escribe mis hazañas para que la gente recuerde que aun existo.

El cuentista aceptó sin vacilar, pues en ese justo momento ya había creado una historia para aquel hecho tan singular. Abrazado de la muerte, convertidos en polvo en medio de un remolino, viajaron toda la noche a cada rincón de la tierra, en donde la muerte levantó su cosecha. Tomaba cada alma de diferente manera, haciendo que la mente del cuentista volara, creando miles de historias para que la gente a ella la recordara.

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