©Por Hilde Hellson
“Los fetiches son los objetos en que una cultura determinada concentra energía simbólica en un alto nivel, y se muestran capaces de liberar esas fuerzas, por ser justamente tal liberación o transferencia de la energía que concentran lo que altera o puede alterar el curso normal de las cosas, para beneficiar, dañar o evitar un daño una persona o un grupo social”, esta definición dada por Colombres resulta muy convincente ya que es completamente neutral. En una parte del ritual de la misa católica el sacerdote dice:
“tomad y comed, esta es mi carne, tomad y bebed esta es mi sangre…”
En realidad como lo menciona Douchan Gersi, es difícil para alguien que no esté inmerso en el catolicismo entender estas palabras sin pensar que le estén invitando a una ceremonia caníbal. Entendamos que cuando miramos prácticas que desconocemos lo primero que hacemos es temerles o condenarlas pero es hora de darle una nueva perspectiva. En el Caribe, Haití y Brasil, llego la influencia de las prácticas africanas, y ahora no solo en esos lugares, estas prácticas se han extendido a toda América y en nuestro país. Tenemos una referencia de muñecos de diversos materiales pero más de tela que son pinchados con aguijas para supuestamente de esta forma hacer daño a alguna víctima, esta es la idea generalizada del uso del fetiche pero, hay mucho más. Les tradición creencias vudú giran en torno a la adoración de deidades o espíritus que incorpora de las fuerzas sobrenaturales. Presiden los destinos de los hombres y actúan como intermediarios entre el dios supremo y la humanidad. Dentro del vudú se concibe la energía vital universal que al igual que el prana del hinduismo lo inunda todo, esta energía vital es llamada atche, por medio de los ritos se pretende impregnar o potencializar de esta energía a objetos específicos que son destinados a finalidades diversas. El fetiche es pues un objeto cargado con energía simbólica. Esta energía simbólica es transmitida por medio de técnicas rituales que son celosamente guardadas dentro de la práctica vudú. Podemos llamar fetiche a un amuleto, a un resguardo espiritual, a cualquier objeto que pueda concentrar esta energía vital y pueda ayudar al que lo posee a lograr un determinado fin, sea de defensa o de ataque. Podemos decir que el objeto cargado con esta energía vital se vuelve un intermediario entre la fuerza divina y el hombre, de tal manera que este puede manejar mejor la potencia de un determinado dios o espíritu al que ha sido consagrado dicho objeto.Cuando se elabora un fetiche no solo basta con la hechura, muchas veces el sacerdote pedirá al interesado que haga una serie de actos que puedan contentar al dios o al espíritu con el que se está haciendo el trato, por ejemplo : se llegan a hacer fetiches que servirán para la curación de enfermedades, para muchas culturas africanas como para el vudú la enfermedad proviene de una mala relación con el entorno social, así que en conjunto de que se prepare un fetiche para la curación de esa persona, misma que se ve íntegramente como enfermedad físico-emocional-espiritual, se le pedirá que haga arreglos para sanar sus lazos y relaciones afectivas y sociales, vemos aquí como el sacerdote o medico brujo interviene como psicólogo. La elaboración del fetiche se da para múltiples propósitos, que pueden ser completamente duales, enfermar-sanar, proteger-atacar, juntar-separar, etc. En México tenemos nuestros propios fetiches como las muñequitas quitapenas chiapanecas de la etnia chamula descendientes de los mayas (también son parte del folclor guatemalteco), que se cree sirven para librar a las personas de penurias y problemas.