En 1920, el Rey Alejandro I de Grecia murió envenenado tras ser mordido por un mono. Esto ocurrió mientras paseaba por sus jardines en compañía de su mascota; al ir caminando se encontraron con un mono, que pertenecía al administrador de los viñedos del palacio, quien atacó a su pastor alemán, al defenderlo fue mordido por otro mono. Enseguida fue atendido pero no logró aliviar y falleció. En otro caso insólito, Joe Ball siendo adolescente demostró su gusto por las pistolas y pasaba horas practicando el tiro llegando a ser un excelente tirador. Entre algunos de sus negocios fue dueño de un hotel en Texas, como atracción para los clientes construyó un pequeño lago artificial rodeado con una reja de tres metros de altura en donde había caimanes vivos, sin embargo, en 1958 se descubrió que los había estado alimentando con los cadáveres de los huéspedes y el personal del hotel que había asesinado. A Joe Ball se le conoce como El Carnicero de Elmendorf.