Hablar del Día de Muertos, es hablar de cultura, tradición, misticismo, raíces prehispánicas, altares y ofrendas. La muerte ha sido un evento que nos invita a la reflexión y desde las culturas prehispánicas se tiene la creencia de que después de la muerte se continúa el camino en el mundo de los muertos, donde se necesitan utensilios, herramientas y alimentos. El Día de Muertos es una tradición mexicana que se ha heredado de generación en generación. El culto a los muertos era una celebración de vida para los aztecas, una forma de sentir cerca a los seres queridos, para nuestros antepasados el lugar a donde iban los muertos no dependía de cómo se hubieran portado en vida, sino de cómo habían muerto; Tlalocan (paraíso del Dios de la Lluvia) para los ahogados, Omeyacan (paraíso del sol) para los que morían en combate o mujeres en el parto, Chichihuacuauhco para los niños y Mictlán para los que morían de forma natural, la festividad que se convirtió en el Día de Muertos conmemora el noveno mes del calendario solar mexica que se celebraba todo el mes, este mes llamado Tlaxochimaco (nacimiento de las flores), estaba dedicado a Huitzilopochtli. Las familias hacían vigilia solemne, cocinaban en recuerdo a los muertos y al día siguiente colocaban la comida sobre las tumbas, actualmente ésta tradición se conserva aunque con algunas variantes que van acorde a los tiempos que vivimos y es tal la relevancia de ésta tradición que el día de muertos fue nombrado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, siendo una de las costumbres más representativas de nuestro país.
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