El estado de San Luis Potosí cuenta con una de las leyendas más impactantes de la República Mexicana aunque debido al crecimiento de la Ciudad el lugar donde aconteció ya no existe, pero en la memoria de sus pobladores aún se recuerda a pesar del paso del tiempo; se dice que en el año 1780 llegó a la Ciudad de San Luis Potosí un sacerdote nuevo, el cura se llamaba Antonio Gómez González, desde que llegó quedó enamorado del lugar y de la amabilidad y hospitalidad de los lugareños, el cura Antonio se ganó la simpatía de los pobladores y en el lugar realizó un gran trabajo de evangelización y formó parte del cuerpo docente de uno de los mejores colegios de aquel entonces, un día al regresar de uno de los pueblos vecinos fue cruelmente asesinado, el cura regresó agotado de la dura jornada y se fue a su habitación a descansar situación que aprovecharon sus ayudantes Manuel y Cruz, para robar y después matarlo sin piedad, después del hallazgo del cura los principales sospechosos fueron sus ayudantes, perro ellos al rendir su declaración dijeron que el día de los hechos no habían visto al cura ya que había sido su día de descanso, pero al incurrir en varias contradicciones fueron hallados culpables de tan cruel asesinato, aunque hay quien cree que su confesión fue producto de la presión, después de ser declarados culpables fueron colgados en la Plaza Pública y sus manos fueron cortadas y expuestas en el lugar del crimen, las manos de los criminales se colgaron del muro exterior de la sombría casa del callejón solitario y triste donde vivía el sacerdote asesinado, desde entonces se le llamó el Callejón de las Manitas, cuando la gente tenía que pasar por este callejón empezaba a rezar y no cesaba de hacerlo hasta que salía de él,