Bárbara Guerrero, nació en 1900 en un pueblo de Chihuahua, fue abandonada por sus padres y criada por un hombre africano que la instruyó en las artes curativas, formó parte de la división revolucionaria encabezada por Francisco Villa y trabajo cantando y en un cabaret, Bárbara mejor conocida como Pachita decía estar poseída por el espíritu de Cuauhtémoc, el último gobernante de Tenochtitlán y decía que su conexión era tan fuerte que lo consideraba un hermanito habitando en su cuerpo, gracias a que su hermanito la guiaba empezó a realizar actos médicos, que sorprendieron a la ciencia de su época que nunca pudo dar una explicación ante los sorprendentes casos que ocurrían en el consultorio de Pachita, propios y extraños se asombraron ante los dotes de la curandera, Pachita se inició cuando al acudir a un circo, vio a un elefante enfermo, sin dudarlo se acercó a él y lo sanó, a partir de ahí, comenzó a operar y afirmaba que las curaciones no las realizaba ella, sino su “hermanito”, el indio Cuauhtémoc, Pachita vivió siempre con lo indispensable y sin lujos, y era su vivienda ubicada en la Colonia Roma su quirófano, Pachita atendía a sus pacientes en un viejo catre de su domicilio, antes de comenzar a intervenir quirúrgicamente Pachita daba gracias a Dios por permitirle estar ahí y pedía pasar al primer enfermo, adentro, Pachita, llamaba a su guía y armada únicamente con un cuchillo de cocina o sus manos, abría al paciente, extraía los órganos y tranquilamente los dejaba ir, sin gritos, sin dolor y sin anestesia, así eran todas las operaciones aún las de corazón e hígado, los pacientes solo debían llevar una sábana, un litro de alcohol, un paquete de algodón y seis rollos de vendas, materiales que servirían para su operación y recuperación, les indicaba tres días de reposo y les daba indicaciones de acuerdo con las creencias de cada quien, en ocasiones recomendaba jarabes e infusiones de hierbas y a otros les recetaba medicinas, todo esto acompañado de rezos para la Madre Tierra, esta anciana realizaba complicadas operaciones en su casa con nada más que la guía de los espíritus y un cuchillo de cocina que empuñaba con fuerza y días después sus pacientes estaban completamente curados, las obras de Pachita la chamana que atendía en la colonia Roma comenzaron a difundirse en todas las esferas sociales de la Ciudad de México en la década de los setenta, Pachita atendía en la “Casa de las Brujas”, un conocido edificio en la esquina de las calles Río de Janeiro y Durango, al iniciar el procedimiento se entrevistaba con sus pacientes, analizaba el origen de su dolor y les daba una nueva cita para su operación, el costo de recuperación era mínimo y los pacientes salían completamente curados, los testimonios se esparcieron y junto con la fe de las personas hicieron que cientos de personas hicieran fila los viernes en la casa de Pachita, parecía fuera de este mundo que con un cuchillo de cocina se hiciera una abertura en el cuerpo Pachita metiera sus manos y acomodará los órganos, sacando el órgano que ya no servía y sustituyéndolo por órganos sanos creados con origen místico ya que decía haberlos creado ella misma, lo cierto es que