Según la tradición, los muertos no se van al cielo o al limbo, se van al Mictlán, una especie de inframundo conocido como la Tierra de los Muertos, que implica un largo y peligroso viaje para las almas en busca de su último lugar de descanso. La leyenda mexicana del Mictlán comienza cuando los dioses creadores Huitzilopochtli y Quetzalcóatl dieron vida a Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, señor y señora de la muerte. Son los dioses de la muerte los que se encargan de recibir las almas de quienes alcanzan el Mictlán y deciden el destino de quienes fallecen, dependiendo de la manera en la que murieron. Para llegar al Mictlán se tiene que atravesar por 9 niveles que van descendiendo de manera vertical en el espacio y el tiempo. “Nada hay más terrible en este mundo que sufrir la partida de un ser querido. Recuperarse de tan duro golpe no es tarea sencilla. Hacen falta muchas horas de llanto y meditación para comprender un hecho innegable que en esos momentos es imposible asimilar: aquel que se va ya no sufre más. Aceptar la muerte es la prueba más cruel que enfrentamos en la vida: nos recuerda que no somos eternos, y que el tiempo tarde o temprano habrá de alcanzarnos.
Sin embargo, hay una luz al final del camino. Y esa es la promesa de una vida nueva… (Extraído del libro “Crónicas del Mictlán).
Según la tradición mexicana, los muertos no se van al cielo o al limbo, se van al Mictlán, una especie de inframundo conocido como la Tierra de los Muertos, que implica un largo y peligroso viaje para las almas en busca de su último lugar de descanso.
La leyenda mexicana del Mictlán comienza cuando los dioses creadores Huitzilopochtli y Quetzalcóatl dieron vida a Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, señor y señora de la muerte. Son los dioses de la muerte los que se encargan de recibir las almas de quienes alcanzan el Mictlán y deciden el destino de quienes fallecen, dependiendo de la manera en la que murieron.
Para llegar al Mictlán se tiene que atravesar por 9 niveles que van descendiendo de manera vertical en el espacio y el tiempo.
1. El Itzcuintlan (lugar en el que habita el perro): Este es el primer nivel para llegar al Mictlán. La leyenda cuenta que en este lugar hay un río de aguas caudalosas llamado Chiconahuapan, por el cual solo se puede atravesar con ayuda de un Xoloitzcuintle, los perros que ayudan a los difuntos en su viaje al Mictlán.
2. Tepectli Monamictlan (el lugar de los cerros que se juntan): El segundo nivel consiste en cruzar en el momento preciso justo en medio de 2 grandes cerros que chocan entre sí de manera constante. El precio de fallar es el de ser triturado por estas montañas gigantes.
3. Iztepetl (montaña de obsidiana): En esta región manda Itztlacoliuhqui, dios de la obsidiana, señor del castigo y custodio de un cerro cubierto de filosos pedernales que desgarran al pasar.
4. Itzehecayan (lugar donde hay mucha nieve): Una serie de collados cubiertos de hielo con vientos atroces capaces de despojar de ropas y pertenencias de la vida que se está dejando.
5. Paniecatacoyan (lugar donde la gente vuela): Cuenta la leyenda que “El lugar donde la gente vuela” está a faldas del Itzehecayan, aquí no hay gravedad y terminas de perder lo poco que traías del mundo de los vivos.
6. Timiminaloayan (lugar donde te flechan las saetas): Al dejar atrás el bosque sin gravedad comienza un camino muy amplio de piedra lisa suspendido en el espacio y el tiempo. La leyenda del Mictlán cuenta que todas las flechas que se han perdido en batalla vuelan a través del camino, acribillando a las almas que van caminando desnudas.
7. Tecoyohuehaloyan (lugar donde te comen el corazón): Aquí, cuenta la leyenda que los jaguares del dios Tepeyollotl les abren el pecho y se comen los corazones de las ánimas.
8. Izmictlan Apochcalolca (lugar de las aguas negras): Aquí es donde las almas terminan de descarnar y atraviesan un salvaje río de aguas negras.
9. Mictlán: Antes de llegar al descanso eterno, las ánimas exhaustas deben atravesar los nueve caudales del río Apanohuacalula, los nueve estados de la consciencia. Estas nueve corrientes tienen la propiedad de ayudarle a estar en paz con la vida que tuvo y lograr elevarse a un nivel superior, haciéndose digno de entrar en el Mictlán.
Esta leyenda mexicana concluye con los señores de la muerte recibiendo a las ánimas y dándoles la bienvenida a la eternidad diciendo: “han terminado tus penas, vete pues, a dormir tu sueño mortal”
Según cuenta la leyenda, el viaje dura cuatro años y al llegar al Mictlán continua con su existencia y la muerte no es instantánea o una desaparición, es algo que le va pasando a las almas lentamente, que finalmente se van por completo al dejar de existir en los recuerdos de los vivos.
Son las ofrendas que se colocan en los altares del Día de Muertos las que mantienen a las almas vivas, y de ahí viene la tradición de celebrar a los difuntos en un día especial en el que, supuestamente, la conexión entre los dos mundos es más fuerte.
El Mictlán no es el único lugar al que van los muertos. Según la leyenda, existen otros 3 espacios a donde llegan las almas, según la manera en la que murieron.
El Chichihuacuauhco: A este lugar llegan los niños fallecidos en donde un gran árbol los amamanta hasta el momento de nacer nuevamente.
El Tlalocan: El señor de este lugar es el dios Tláloc y su reino está reservado para las personas cuya muerte tuvo que ver con el agua.
El Tonatiuh: Este cielo está regido por el dios Sol y es el último lugar de descanso de guerreros, sacrificados en tributo y mujeres que fallecieron durante el parto.
Ahora ya sabes de donde viene nuestra maravillosa tradición y todo lo que conlleva el Día de Muertos.