Si vas a Tlaxcala ten cuidado porque ahí habitan las terribles criaturas que se alimentan de sangre humana y sobre todo de recién nacidos. Las Tlahuelpuchis, como la mayoría de los seres diabólicos, utilizan la noche para desplazarse con mayor libertad y así poder cometer sus fechorías. Son mujeres comunes a la vista de todos pero cuentan con un don. Con el tiempo y la práctica, lograrán desarrollarlo por completo, hasta finalmente dominar la técnica de convertirse en animales. Se dice que, una vez que logran tomar la forma de un animal, se desprende de ellas una luminosidad que advierte su presencia. Aún hoy en día se puede oír el testimonio de muchas personas que dicen que han visto aquellas luces alejarse y acercarse. Las Tlahuelpuchis se alimentan de sangre humana, pero por sobre todas las sangres prefieren la de los niños pequeños, quiénes son sus víctimas favoritas y a quienes acechan en forma de animal o, si la situación lo exige, en forma de neblina que se filtra por puertas y ventanas. Se dice también que pueden usar poderes hipnóticos con los moradores, logrando que se duerman profundamente, o volver su sueño más pesado para evitar que despierten. Para tal propósito, echan su fétido vaho a la cara de los infortunados. Hay que tener mucho cuidado cuanto más frío y lluvioso sea el clima, pues es entonces cuando más ganas tienen de buscar víctimas recién nacidas. Una vez dormidos los bebés, las tlahuelpuchis se convierten en mujeres, chupan al infante y salen presurosas de la casa. Cuando los padres de la criatura se despiertan, se dan cuenta que el pequeño presenta moretones en el pecho, la espalda y el cuello. A veces, cuando una persona está bajo la hipnosis pierde el juicio y se aventura a caminar sin tener conciencia del lugar por donde transita llegando a cometer suicidio. Se dice que los poderes de las tlahuelpuchis son intransferibles, no se los pueden pasar a ninguna persona ni se heredan. Pero si una de ellas llega a ser asesinada, quien le quita la vida será convertido en Tlahuelpuchi. Generalmente la aparición de ellas se da entre la medianoche y las cuatro de la mañana.
Se las puede ahuyentar colocando una cajita de agujas, un cuchillo, alfileres, un trozo de metal brillante o unas tijeras abiertas debajo del petate o de la cuna de los niños, pues se sabe que las brujas detestan el metal. Un espejo cerca de la puerta también ayudaría y una cubeta de agua es un repelente contra su presencia. Sin embargo, los tlaxcaltecas creen que lo más efectivo para alejar a las mujeres-chupadoras es envolver dientes de ajo en una tortilla, la que se coloca sobre el pecho del bebé, o bien, esparcir pedazos de cebolla alrededor de su cuna. Antiguamente, cuando se descubría a una mujer Tlahuelpuchi en una comunidad, se la sometía a juicio popular y se la ejecutaba sin más trámite. La leyenda urbana dice que la última ejecución de una Tlahuelpuchi ocurrió en Tlaxcala en el año de 1973, hace tan poco tiempo que el miedo aún no desaparece.
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