En varias ocasiones hemos escuchado sobre el hallazgo de reliquias religiosas en varias partes del mundo. Esto ha ayudado mucho en las investigaciones de carácter religioso para descubrir lo que ocurría en siglos pasados. Incluso se han elaborado varias listas con las más importantes, solo por mencionar algunas se encuentra la sábana Santa, las cadenas de San Pedro, el cinturón de María y la barba y huella de Mahoma. Todas se encuentran bajo resguardo por las autoridades eclesiásticas. Un dato curioso es que algunas por su alto valor y carácter simbólico sólo son mostradas un determinado número de veces cada año. Sin embargo, existen otro tipo de reliquias religiosas que son consideradas las más espeluznantes. La primera es la mandíbula y la lengua de San Antonio de Padua. Recordemos que este santo se dice que ayuda a las personas que buscan algo perdido y quieren encontrar el amor. Él murió a los 35 años en 1231 y la historia cuenta que tres décadas después de su entierro, se decidieron a abrir de nuevo la tumba y se encontraron con la sorpresa que todo su cuerpo estaba descompuesto excepto la lengua y la mandíbula. Desde ahí se les considera sagradas y permanecen en la Basílica de San Antonio en Padua, Italia. La segunda reliquia es la cabeza de Santa Catalina que fue canonizada en 1461 por el Papa Pío II. Ella fue desmembrada por lo que cuando fue desenterrada se dieron cuenta que sus restos estaban esparcidos por varios lugares de Italia, pero lo más llamativo fue su cabeza encontrada en la tumba que actualmente se conserva en Siena, lugar de su nacimiento. Se dice que en Roma fueron encontrados la mano y el omóplato que es el hueso situado en la parte superior de la espalda. Por otra parte en Florencia descubrieron una costilla y en Venecia un pie y tres dedos. La tercer reliquia es el cabello y las uñas de Santa Clara que fundó la segunda orden franciscana y quien en vida fue fiel servidora de Dios y un ser humano muy caritativo, pues ayudaba a los más pobres. Ella murió en 1253. Su cabello y uñas se encuentran dentro de relicarios en la Basílica de Santa Clara de Asís, pues se le consideran santos. La cuarta reliquia es la mano derecha de San Esteban que fue el primer rey de Hungría y murió en 1038, sin embargo fue canonizado en 1083. Fue justo en este momento, cuando iba a ser canonizado que se dieron cuenta de algo muy misterioso: su brazo y mano permanecían intactos sin desintegrarse por la descomposición así que decidieron colocarlas en un lugar especial para que la pudieran ver los fieles porque son reliquias santas. Un dato curioso es que luego de ser descubiertas ambas partes del cuerpo fueron separadas y las llevaron por varios lugares del mundo hasta que finalmente volvieron a su lugar natal: Hungría. La quinta reliquia es la cabeza de Juan el Bautista quien fue un importante predicador judío también considerado profeta por el Cristianismo y el Islam. Nació en Jerusalén y murió en Jordania. Recordemos que en un episodio evangélico, se cuenta que una mujer llamada Salomé a quien se referían como hija de Herodías y mujer de Herodes buscaba vengarse de Juan el Bautista por lo que mandó a cortarle la cabeza , pero no sólo eso sino se le debía entregar en una bandeja de plata. El motivo de su furia fue que Juan rechazaba el matrimonio. Este momento ha sido muy conocido, incluso se le ha representado en obras literarias y pinturas. Aunque su localización varía, por una parte los musulmanes creen que se encuentra en la mezquita de los Omeyas en Damasco, pero los cristianos dicen que se localiza en la capilla de San Silvestro, en Roma. Pese a que la mayoría de estas reliquias tienen un gran significado religioso e incluso algunos acuden hasta los lugares donde se encuentran para ser bendecidos, no podemos evitar mencionar lo macabro que resulta su hallazgo o la forma en que algunos de ellos murieron o fueron desmembrados.